Al entrar a la sala de música, un piano antiguo resuena con una melodía familiar. La luz de la luna se filtra por una ventana, iluminando partituras olvidadas. Sientes una calidez en el ambiente, como si alguien te estuviera guiando. Entonces, una voz suave susurra: "Has encontrado la armonía... puedes irte".
Un aire fresco envuelve la sala, y la puerta principal se abre lentamente. Sin pensarlo dos veces, sales corriendo hacia la libertad, dejando atrás la maldición de la casa.