El estudio es pequeño, con estantes llenos de libros viejos y una silla giratoria que se mueve sola. En el escritorio hay una carta con tu nombre escrito con tinta roja. El aire es pesado, y sientes una presencia justo detrás de ti.
De repente, la puerta se cierra de golpe. Intentas abrirla, pero es inútil. Un susurro te susurra al oído: "Ahora tú eres parte de la historia". La luz de la lámpara parpadea y todo se desvanece en la oscuridad.